Este artículo de Maya Orzechowska fue publicado originalmente con el título "Cinco principios para una arquitectura vulnerable e íntima: dibujando límites y aperturas alternativos al hogar y al yo" en el número 31° de la revista Dearq el 01 de septiembre de 2021 (DOI: https://doi.org/10.18389/dearq31.2021.04).
Se indaga sobre como los límites y las aberturas del hogar no están separados entre sí; desempeñan un papel activo en políticas de salud corporal y social. Tanto la idea de hogar como la de vivienda falla cada día a un mayor número de personas; por eso, este artículo busca alternativas a la narrativa del hogar, de la intimidad interna utópica, que avala el retiro, y de una relación de no responsabilidad frente al ámbito público. Se sugiere que el resultado es distópico en ocultar y exacerbar la vulnerabilidad y su resistencia al cambio. En contraste, una arquitectura vulnerable e íntima se centra en el cuerpo vulnerable, que dibuja lo extraño, reprimido y emocional en el hogar.
A continuación, lo presentamos como parte de una colaboración conjunta para contribuir a la difusión de investigaciones, análisis y opiniones que la comunidad académica nacional e internacional elabora sobre la arquitectura, los temas de la ciudad y las áreas relacionadas.
La brecha entre la idea de la vivienda unifamiliar y la experiencia de hogar de las personas se está ampliando.[1] En las últimas décadas, la vivienda en muchos centros urbanos se ha vuelto menos asequible. El número de personas que vive solas o en grupos familiares menos convencionales y más flexibles ha seguido aumentando. Al mismo tiempo, las imágenes culturales de la familia de mediados de siglo siguen siendo excluyentes por motivos raciales, sexuales, económicos, de edad o de salud. Esta idea estandarizada de hogar, basada en la familia nuclear de clase alta o media, es un modelo anticuado para diseñar proximidades y relaciones. La idea simplista de la vivienda unifamiliar cerrada e introvertida, en su simplificación reductiva de la intimidad, es limitante y anticuada; además, refuerza las jerarquías políticas, económicas y sociales de principios y mediados del siglo XX.
La investigación posterior de estas preocupaciones se basa en el interés histórico de la arquitectura en la salud corporal y social (Colomina 2019), con un enfoque en los vínculos entre el hogar y las concepciones psicológicas del sí mismo (Ahmed 2006; Bachelard 1969). Esta utiliza lo extraño como metodología para examinar las brechas entre la idea y la experiencia que las malas interpretaciones de vulnerabilidad e intimidad generan con respecto a los límites del hogar (fig. 1). La coinfluencia de estas emociones en el bienestar interpersonal y la comprensión del sí mismo se examinan dibujando cinco hogares extraños, o no hogares, inspirados en los cinco puntos de Le Corbusier, que calibraron el tema y los valores de la arquitectura moderna hace cien años. Los dibujos especulan con ajustes a los puntos de Le Corbusier y evolucionan en cinco principios para una arquitectura vulnerable e íntima.
La influencia de la vulnerabilidad y la intimidad en los límites arquitectónicos y las aperturas del hogar y de sí mismo comprende dos partes: 1) la relación entre la vulnerabilidad, la intimidad y la arquitectura del hogar y 2) las influencias del hogar en la comprensión de sí mismo en relación con el mundo. En arquitectura, la vulnerabilidad y la intimidad describen una respuesta emocional correspondiente a los espacios designados como interiores o exteriores en función del límite de una casa. El interior se conceptualiza como un refugio seguro e íntimo de las amenazas exteriores. No obstante, si la vulnerabilidad y la intimidad se consideran en un contexto social, es más fácil entender que no hay intimidad sin el potencial de vulnerabilidad. Ambos están presentes en cada relación, en cada espacio y a través de cada límite. La separación arquitectónica está incrustada en una historia social, cultural y económica de los fundamentos de la idea de hogar y tiende a ocultarse. La vulnerabilidad y la intimidad se tratan como binarios, como si la separación perfecta fuera un objetivo deseable. Revelar contradicciones en este binario es extraño, ya que preocupa a las narrativas culturalmente aceptadas de un límite estable entre el interior y el exterior en los conceptos preconcebidos del hogar en el yo.
Lo extraño se puede entender a través de los términos alemanes heimlich y unheimlich, hogareño y no hogareño (Freud 1919). Hogareño representa lo íntimo y secreto; mientras que no hogareño captura lo que se revela desde dentro de lo seguro y secreto (lo reprimido, lo olvidado, lo ignorado) (Kunze 2003). Sin embargo, las dos definiciones coinciden cuando algo que debería ser íntimo emerge y se revela (Kunze 2003).Visualizar lo interno en el exterior proporciona una oportunidad para que el sujeto considere la construcción ficticia de un binario interno-externo y la influencia no realizada de un lado en el otro, ya que el cambio de pensamiento desencadenado por los estímulos externos demuestra el funcionamiento de los mecanismos internos u operaciones de pensamiento (Kunze 2003). De esta manera, lo extraño llama la atención sobre las influencias de las identidades, valores o deseos (como el hogar),lo que sugiere que el sujeto personal, emocional, es el objeto de mayor influencia cultural de lo realizado (Kunze 2003).
A medida que lo extraño expone las interrelaciones de la lógica y la emoción, el ensayo combina el dibujo emocional y los argumentos basados en la razón, para exponer cómo lo emocional transgrede lo racional y lo que se percibe como racional está presente en lo emocional. Los dibujos de cinco hogares extraños o no hogares y cinco principios para una arquitectura vulnerable e íntima cuestionan los límites del hogar y del yo. El término deshogar está inspirado en la naturaleza provocadora de Reyhner Banham y François Dallegret, “un hogar no es una casa”;[2] mientras que cada deshogar y principio están arraigados en los cinco puntos de Le Corbusier, a partir de los cuales se especulan nuevas oportunidades. Desarrollados en constante interacción, los principios y dibujos reflejan una metodología donde “dibujar” es repermeado por sus muchos significados,[3] como exponer, usar una habilidad, ser la causa de una respuesta y alcanzar un final empatado. Entendidos en su complejidad, estos adelantan lo emocional/psicológico y normalmente oculto (lo reprimido y poético en la arquitectura) y sugieren un hogar simbólico, menos prescriptivo o codificado (Pérez-Gómez 2018).
Lo extraño cuestiona la historia olvidada del acto de equilibrio cultural y arquitectónico, responsable de las estructuras imperantes. Con el hogar privado se han arraigado las presunciones de que la intimidad, la socialización y el espacio público (para los habitantes) se centran en el hogar (Chermayeff y Alexander 1963, 210 y 211). Sin embargo, dado el aumento de las tendencias en la vida solitaria, las distancias entre quienes se cuidan unos a otros, el uso de la comunicación tecnológica y las preocupaciones de saneamiento médico o aislamiento asociado a la COVID-19, puede haber casos en los que esto ya no sea apropiado.
Examinar los hogares no convencionales y los no hogares molesta a los hogares deseados convencionales, ya que muestra que la idea culturalmente promovida de un hogar deseable, de hecho, tiene características indeseables; muestra que el hogar indeseable tiene algunos aspectos y potenciales deseables, y muestra que su clasificación como deseable e indeseable es una construcción ficticia. Los hogares extraños exponen los hogares actuales como una mezcla de ambos, y los hogares especulados del futuro podrían amplificar y remezclar estas decisiones. Al visualizar una situación pasada, presente o futura, la arquitectura evoca la emoción, el pensamiento y la reacción del público sobre una situación o idea (Ockman 2016; Young 2012; Pérez-Gómez 2006). Los dibujos del hogar son especulaciones destinadas a producir respuestas emocionales que lleven a suavizar y ampliar los límites del hogar y su comunidad, mediante la comprensión de la vulnerabilidad y la intimidad. La intención es reinvertir la arquitectura con intimidad y ganas a través de un proceso que, al dejar espacio para soñar, desarrolla espacios que sueñan.
El primer principio de una arquitectura vulnerable e íntima es reconocer las estructuras de separación. Este principio y su correspondiente deshogar (fig. 2) evolucionan a partir de los pilotes (pilotis) de Le Corbusier, que reestructuran una comprensión de la arquitectura basada en el concreto, la prefabricación y la estandarización. Al aplicar una metodología extraña, la base o fundamento del hogar es la revelación de la transparencia contextual y narrativa. El primer principio y el deshogar exponen el consumo de recursos, el aislamiento, el acceso y la propiedad, al hacer transparente el límite del hogar. Las vistas de rayos X cuestionan si los límites conceptuales del hogar actúan como una estructura de separación y esferas de interés y cuidado establecidas por las casas uniformes y prefabricadas de Levittown. Estas popularizaron el sueño americano posterior a la Segunda Guerra Mundial, de una residencia nuclear privatizada, como un retiro íntimo, familiar, privado y asequible. Muchos de los proyectos de Levittown siguen siendo viviendas familiares individuales suburbanas y urbanas y edificios residenciales multiunidad (por ejemplo, torres de apartamentos). Clasificar, agrupar y separar los límites y las divisiones internas del hogar tienen implicaciones sociales (Preciado 2020).La extraña transparencia de la limitante llama la atención sobre cómo el hogar apoya y refuerza la fetichización social de la propiedad, el poder, la permanencia y la escala que impulsan un modelo antropocéntrico de extracción y consumo. Las posesiones dentro del no hogar, encerradas con su habitante, pero separadas de los demás, revelan los efectos económicos, sociales y ambientales de hacer que los recursos públicos sean privados (Wigley 1992), y exponen la extensión de los recursos recaudados.
La transparencia del primer deshogar desdibuja el límite entre el interior y el exterior, creando un continuo gradual entre lo público y lo privado. En el no hogar, la vulnerabilidad y la impugnación de los que quedan fuera de los modelos de vivienda de una sociedad se vuelve más difícil de ignorar para los que están dentro. El deshogar transparente hace que las variaciones y especificidades de diferentes adaptaciones interiores sean una actuación visible; al contrario de las casas modelo de Levittown, reconocidas ahora por su racismo, sexismo, clasismo y ocultamientos de cualquier variación menor detrás de modelos estándar opacos y prefabricados y conformidad regulada (Marshall 2015). El deshogar expone la idea personal, única y pluralista, en lugar de la idea singular, estandarizada y esterilizada del hogar.
El segundo principio es curar fachadas aislantes temporales. Este es una extensión de la fachada libre de Le Cobusier. Interpretado a través de la lente de lo extraño, la fachada se vuelve operable, mediante una flexibilidad que expone (y personaliza) el deseo interno del habitante. Esto se desarrolla a partir de la creencia de Gaston Bachelard (1969) de que el espacio que habitamos influye en nuestros pensamientos, emociones y sueños y, de esta manera, seleccionamos y damos forma a los espacios que nos rodean.Sara Ahmed (2006) describe esta conformación como una orientación corporal en el tiempo y el espacio, donde uno está “en casa”, cuando está familiarizado con su posicionamiento y lo que está próximo o al alcance. Por el contrario, para Ahmed uno “no está en casa” en situaciones en las que su camino de vida ha sido diferente de los convencionales, cuando estructura relaciones únicas de proximidad y oportunidades alternativas.
Los límites del hogar se pueden leer como una narrativa de qué cuerpos o subjetividades (no) se han considerado. Priorizando las experiencias de algunos, sugiere qué subjetividades o cuerpos son cuidados por una cultura y qué relaciones de cuidado son promovidas por una cultura. Esto influye en quién experimentará sentimientos de falta de vivienda, en el sentido moderno y emocional de una melancolía, o como resultado de perseguir un sueño inalcanzable, o lograrlo y encontrarlo insatisfactorio. Según Jane Rendell (2019), Sigmund Freud ha declarado que esta pérdida melancólica es “una pérdida en la vida instintiva” (237) y relacionada con una pérdida que se oculta a la conciencia de tal manera que el sujeto no puede llorarla, y está atrapado en la experiencia emocional resultante. Entre la idea cultural y consumista del hogar y la experiencia hay un ocultamiento responsable de la melancolía y el vacío comunes en la modernidad. Oculta la dinámica de la vulnerabilidad y la intimidad; mientras que la cultura y los medios de comunicación contribuyen a una orientación fuera de lugar de la intimidad como un objetivo que se debe aislar y la vulnerabilidad como algo contra lo que aislarse. El resultado es una asfixia y aniquilación simultáneas de la intimidad, que está destinada a ser protegida.
Históricamente, la arquitectura y sus límites están influenciados por el interés del campo médico (Colomina 2019, 13-30).Sin embargo, para la arquitectura del hogar, abordar la vulnerabilidad hoy en día sugiere reevaluar este paradigma, cuyo objetivo es el máximo aislamiento. Si bien las enfermedades respiratorias transmitidas por el aire, como el coronavirus de 2019, siguen siendo un riesgo global (World Economic Forum 2019), en los últimos años la principal causa de muertes se debe a las enfermedades cardiovasculares (World Health Organization 2017b). Sus factores de riesgo incluyen el estrés y los comportamientos que están influenciados por el estrés (World Health Organization 2017a).Las tasas de ansiedad y depresión han aumentado cerca del 50 % entre 1990 y 2013 (World Economic Forum 2019, 34 y 35), y se correlacionan con el aumento de las tasas de suicidio en los países más ricos. Estos aumentos en las enfermedades del corazón y la mente pueden entenderse como un efecto de la brecha entre las ideas de hogar (y uno mismo) y la experiencia. Los costos y límites de los hogares que se supone satisfacen nuestros sueños también pueden fomentar comportamientos que contradicen las necesidades de socialización, intimidad y relajación.
Para dirigirse al estrés y la melancolía, el segundo deshogar (fig. 3) amplía las oportunidades de participación y personalización de los habitantes dentro del proceso de diseño y a través del tiempo. Esta exploración de la personalización tiene algunas similitudes con el concepto de N. John Habraken (1972) de “soportes” y “rellenos”, y el deshogar busca oportunidades para que el habitante cure los objetos domésticos en capas como fachadas aislantes temporales. La fachada del hogar responde al estado de ánimo, la salud, la atención y el saneamiento. El aislamiento del hogar, al igual que su etimología de la creación de una isla a partir de tierra firme,[4] podría ser dictado temporalmente en función del estado físico y emocional. Un hogar podría ser una expresión mecanizada de interés en el mundo externo, en que se equilibra la experiencia emocional personal matizada de la separación, ajustable para los niveles de atención, los visitantes y las personalidades únicas.
El tercer principio es el plan ilimitado que se desarrolló a partir del plan abierto de Le Corbusier (que se constriñe a los que están dentro del edificio). Los dibujos correspondientes a este deshogar (fig. 4) exponen cómo la reubicación del programa interior (y los muebles) de la casa en el perímetro proporciona oportunidades para el diálogo entre el interior y el exterior. Da a los que están fuera un asiento en la mesa y sugiere conceptualmente que todos los límites son un diálogo, compartido e influenciado por los constituyentes internos y externos. Este enfoque se basa en la conceptualización de Elizabeth Grosz y Peter Eisenman (2001), de la frontera como un sitio abierto de intercambio y cambio (193), e inspira la frontera del deshogar para estar más cerca de las concepciones biomédicas contemporáneas del cuerpo como algo poroso (un tema de flujos y cambios a lo largo del tiempo) (Kovar 2018, 3 y 4). Modifica el enfoque antropocéntrico (Haraway 2016) del hogar donde el yo y lo interno son primarios y lo externo es solo un recurso que fomenta los límites estables y fijos asociados a las polarizaciones ideológicas y al crecimiento de la disparidad socioeconómica. El tercer principio pone el relieve en la necesidad de espacio público para encuentros accidentales y un ámbito político para la expresión de opiniones y negociación de posiciones. Las paredes operables de los elementos del programa del hogar son compartidas por el interior y el exterior. Sus ventanas giratorias, puertas y pantallas funcionan desde ambos lados, y su posicionamiento es una negociación de los intereses personales de los involucrados. Los diagramas de su movimiento están inspirados en la perspectiva de Hannah Arendt (1998), donde el dominio público o diálogo requiere una recreación constante para existir. Esta conceptualización de límites sociales se burla de las oportunidades para encuentros casuales inesperados e informales, oportunidades para mediar en nuevos entendimientos. El deshogar no se basa en la nostalgia, en las tendencias escapistas o en los ritmos mecanizados del reloj industrializado y estandarizado; en cambio, evoluciona según a las relaciones y los ritmos con sus vecinos, en el sentido más inclusivo. Se basa en los acontecimientos de la vida.
El cuarto principio es la ventana ilimitada, que expone cómo los límites reflejan la hospitalidad y la generosidad del habitante. Se construye a partir de la ventana (horizontal) de Le Corbusier, que cura los aspectos del exterior que están permitidos en la casa (luz y aire fresco), para proteger contra la tuberculosis. Basado en los aspectos extraños de la hospitalidad en la filosofía (Dufourmantelle y Derrida 2000), sus dibujos de deshogar (fig. 5) desarrollan una comprensión de que la vulnerabilidad se supone generalmente a lo que es externo a uno mismo, el huésped (u otro) que es desconocido, no entendido. Los hogares revelan los límites que los habitantes han dibujado a su alrededor y exponen su relación psicológica con los que están fuera, al mediar los aspectos del exterior qué son bienvenidos. Sin embargo, los deseos del interior están intrincadamente ligados con los del exterior. Las vulnerabilidades a las que están sometidos o condenados los extracomunitarios externos (viajeros, personas sin hogar, mensajeros, trabajadores esenciales, tratadores de necesidades físicas y emocionales y extranjeros) son inevitablemente susceptibilidades de la comunidad que imagina que se ha protegido contra ellas (Preciado 2020). Como ningún límite puede proteger perfectamente, existe el peligro de no proteger o considerar a los más vulnerables dentro de un sistema más amplio (protegerlos es autopreservación).
El cuarto deshogar atrae una gama de hospitalidad y compromisos temporales o comunicativos entre un anfitrión y un huésped, que van desde el servicio plug and play (conectar y usar) para los viajeros a las oportunidades de entrada en el hogar y el uso en ausencia del anfitrión, o visitas afectuosas que son climáticamente separadas. Las variaciones en grados de hospitalidad muestran oportunidades de intimidad que equivalen a vulnerabilidades. El hogar privado es indicativo de las ideologías públicas de una cultura, y el trato, la hospitalidad o la generosidad hacia el huésped, el forastero, refleja la propia apertura y posición ética hacia los vecinos y el mundo. La extraña apariencia del exterior (huésped) en el interior (hogar) manifiesta la exposición de los valores, creencias y miedos inconscientes del habitante (Dufourmantelle y Derrida 2000, 125-135). Esta extraña revelación es como una versión adulta más profunda de la etapa espejo de Jacques Lacan en la que un bebé reconoce la separación entre su proyección en el espejo (narrativa pública del yo y los valores) y lo personal (yo privado y comportamiento verdadero) (Krukowski 1993). La confrontación del habitante con su respuesta al huésped (y sus valores públicos) en relación con su espacio privado permite una reevaluación y recalibración.
El quinto principio es el del retorno y la generosidad, que explora la extraña circulación de la materialidad, las posesiones y los recuerdos del cuerpo humano en la muerte para cuestionar las formas en que las prácticas funerarias reflejan y refuerzan los límites y los valores. Está inspirado en el quinto punto de Le Corbusier, el jardín de la azotea, que devuelve el suelo que ocupa en otros lugares.
A menudo, los hogares de los muertos demuestran una base similar a los de los vivos. Los cementerios y los crematorios que albergan a los muertos representan un consumo continuo de recursos mucho después de la muerte de una persona. El desafío de albergar cuerpos crecientes es evidente en ciudades densamente habitadas con una geografía restrictiva, como Hong Kong o Venecia (Riggs 2010; Young 2019; Isola di San Michele, Wikipedia 2018). Los consumos de una vida también son evidentes cuando alguien se reduce cerca del final de su vida, o muere, y muchas de sus posesiones se convierten en residuos.
Inspirados por ideas de retorno o reregalar pensamiento a través del cuerpo y el ciclo de vida, los bocetos del quinto deshogar (fig. 6) exploran el retorno de lo que fue ocupado, utilizado y presumido a lo largo de una vida. Las reciprocidades y obligaciones sociales asociadas a la entrega de regalos y la generosidad (Ekerdt et al. 2004) son relevantes para aquellos en la condición más vulnerable. La condición de los casi muertos o muertos que no pueden cuidar o recordar ellos mismos (Philips 2015). Los dibujos del deshogar buscan nuevas formas de reimaginar la muerte como un proceso de dar que fortalece los recuerdos y fomenta el aprecio en los vivos. Se desplaza el enfoque en la muerte, como la pérdida de una vida individual y un final. En cambio, se recalca la transmisión (de pensamientos, recuerdos y objetos), el potencial generativo (a medida que estos elementos se modifican y reinterpretan) y la continuación (un día pueden ser transferidos de nuevo). Esto finaliza la partida de una definición material, basada en la posesión del yo, remplazada por una que se basa en sistemas de generosidad y encuentros acumulados con los demás, desarrollados a través de los deshogares. Estos reenfocan la arquitectura a la vida de sus habitantes, haciendo hincapié en los momentos de la vida que los que mueren a menudo se arrepienten de no priorizar durante sus vidas.
Un deshogar final (figs. 7-12) combina los principios y amplía las ideas de los deshogares individuales, imaginándolos en el contexto de una comunidad de covivienda. Especula con una arquitectura vulnerable e íntima que reconoce las influencias de la pandemia y la crisis ambiental como una oportunidad para reconsiderar los principios arquitectónicos básicos en el futuro. Las estaciones de limpieza pueden seguir siendo un accesorio de espacios públicos o en entradas. Las formas de entretenimiento en el hogar o las reuniones sociales en espacios públicos pueden seguir estando influenciadas por los deseos de no admitir a los huéspedes tan profundamente en el hogar o las preocupaciones de penetrar tan profundamente en un espacio público interior. El deshogar explora la extensión de los umbrales y la programación de un límite arquitectónico más grueso, suave o escalonado. Muestra una arquitectura vulnerable e íntima, sensible al contexto y capaz de mediar entre ese contexto y sus ocupantes, instigando una gama de ámbitos intersticiales entre “público” y “privado” y espacios para nuevas actividades y exploraciones.
La materialidad puede significar capas o espaciamiento de elementos de pared para espacios intersticiales habitables. Su espaciamiento y las posibles permeabilidades de temperatura o aire a través de límites fragmentados son una nueva respuesta a las envolventes que están demasiado selladas y se han convertido en culpables del síndrome del edificio enfermo y de las condiciones internas, insuficientemente ventiladas, que aumentan los riesgos de transmisión de enfermedades. Sentir y escuchar un poco más el ambiente externo (lluvia o vecinos) puede proporcionar una desaceleración bienvenida y necesaria, o interrupciones. Permitir una temperatura menos mediada en habitaciones semiexteriores, tipo pérgola, puede ayudar a combatir los sentimientos de confinamiento, al proporcionar espacios para las visitas.
Esto podría lograrse en la envolvente de un edificio con materiales de construcción, tradicionales o más recientes (como ETFE), separados para un recinto que es más permeable o en capas como una serie de voladizos, pórticos o balcones que penetran hacia adentro desde el exterior y hacia afuera desde el interior. Las zonas tendrían diferentes grados de transparencia acústica y visual y representarían un modelo en algún lugar entre la calefacción local y central. Las capas podrían separarse y habitarse como una serie de zonas climáticas, que albergan selectivamente diferentes beneficios.
Los principios de una arquitectura vulnerable e íntima también pueden aplicarse a los límites o interfaces que, a menudo, se producen entre unidades de gran altura, para darles cierta flexibilidad pensando en un futuro impredecible. Por ejemplo, incluyendo espacios semipúblicos entre unidades, tales que existan espacios intersticiales para la expresión externa y el cultivo de relaciones entre vecinos. Un espaciamiento similar y más variado sería capaz de proporcionar formas para que las personas internadas en un hogar sientan una autonomía en su relación con el mundo externo, reconociendo y no eliminando las barreras. A veces, estas ventanas de límite comunicativas pueden incluso ser pantallas electrónicas.[5] Al reenfocar el hogar a las interacciones con los demás y en reconocimiento de un sistema más grande, una arquitectura vulnerable e íntima es empática con el contexto externo y se reconcilia con las tensiones entre el deseo y la distancia en un momento en que los que están emocionalmente más cerca están cada vez más físicamente fuera. Sopesa las necesidades internas y una gradación de las interacciones externas. Se complace en mediaciones personales y únicas, ya que equilibra la salud física y mental, lo personal y lo público.
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Notas
[1] Este ensayo es un resumen y reelaboración de los hallazgos documentados en la tesis de la autora (Orzechowska2020). A la autora le gustaría reconocer las contribuciones de su supervisor de tesis, Colin Ripley; su segundo lector, John Cirka, y sus comentaristas de panel, Cheryl Atkinson y Marco Polo, quienes guiaron la investigación original.
[2] El término deshogar (unhome, en inglés) está influenciado por las especulaciones domésticas críticas y provocadoras de Reiner Banham, en “A Home Is Not a House” (1965).
[3] Véase el término draw, en el Diccionario en línea de Oxford (1989) y en el Merriam Webster Dictionary Online.
[4]“Insulate” (Lexico s. f.).
[5] Esta idea está inspirada en el capítulo final de Teyssot (2013, 251-284).